En Nadar-dos-pájaros es un libro tan sorprendente y original como su propio título: tan incomprensible para el lector español como lo es para el inglés. Esta novela está considerada una de las obras maestras de la narrativa del siglo xx y quien se adentre en ella se encontrará con el maravilloso mundo de O’Brien... Es literatura en estado puro. Una sátira, una comedia, una farsa, un truco de magia, un birlibriloque narrativo... todo eso, y más, es esta novela.
Es difícil intentar describir lo que es esta novela de novelas de novelas de novelas... O’Brien juega con el lector y con la literatura, asume su condición (como escritor) de creador de verdades, de mago que convierte lo irreal en real, la mentira en verdad, lo falso en auténtico, lo novelado en verdadero, para confundirnos en su papel de dios sobre lo creado, lo muerto, lo contado y lo callado.
Traducido por: José Manuel Álvarez Flórez
En la prosa de O’Brien hay, como en la de Scott Fitzgerald, una desenvoltura luminosa, una gracia punzante que resplandece en cada página… O’Brien posee, como Beckett,
el don de la frase perfecta, el arte, que los dos aprendieron de Joyce, de infundir al lenguaje normal una tonalidad lírica
John Updike
En Nadar-dos-pájaros
Traducido por: José Manuel Álvarez Flórez
En Nadar-dos-pájaros es un libro tan sorprendente y original como su propio título: tan incomprensible para el lector español como lo es para el inglés. Esta novela está considerada una de las obras maestras de la narrativa del siglo xx y quien se adentre en ella se encontrará con el maravilloso mundo de O’Brien... Es literatura en estado puro. Una sátira, una comedia, una farsa, un truco de magia, un birlibriloque narrativo... todo eso, y más, es esta novela.
Es difícil intentar describir lo que es esta novela de novelas de novelas de novelas... O’Brien juega con el lector y con la literatura, asume su condición (como escritor) de creador de verdades, de mago que convierte lo irreal en real, la mentira en verdad, lo falso en auténtico, lo novelado en verdadero, para confundirnos en su papel de dios sobre lo creado, lo muerto, lo contado y lo callado.
En Nadar-dos-pájaros
En la prosa de O’Brien hay, como en la de Scott Fitzgerald, una desenvoltura luminosa, una gracia punzante que resplandece en cada página… O’Brien posee, como Beckett,
el don de la frase perfecta, el arte, que los dos aprendieron de Joyce, de infundir al lenguaje normal una tonalidad lírica
John Updike
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