Canción negra es el único poemario de Wisława Szymborska que quedaba por publicar en castellano. Hay libros que de alguna manera humanizan a sus autores, que dejan de presentarlos bajo una única luz plana. Canción negra, en el caso de Wisława Szymborska, quizá sea uno de esos libros. No publicado en vida de la premio Nobel de Literatura polaca —aunque sí varios de sus poemas, aparecidos en diferentes revistas o antologías—, nació como regalo en 1970 de su exmarido, el poeta Adam Włodek, con el que siempre mantuvo amistad.
La obra, publicada en 2014 en Polonia, recoge poemas escritos entre 1944 y 1948 que ofrecen una imagen de la poeta polaca muy diferente de la que tiene el lector español, si bien ya se entrevén aquí y allá algunos de los grandes rasgos de la autora. Una obra fruto de una época, y fundamental para entender la evolución de una poeta imprescindible.
«Algo único que había en ella era la mezcla de sentido de la tragedia y sentido del humor: sabía mirar la brutalidad del poder y también su ridículo, que tantas veces lo hace todavía más peligroso».
Antonio Muñoz Molina
Canción negra
Canción negra es el único poemario de Wisława Szymborska que quedaba por publicar en castellano. Hay libros que de alguna manera humanizan a sus autores, que dejan de presentarlos bajo una única luz plana. Canción negra, en el caso de Wisława Szymborska, quizá sea uno de esos libros. No publicado en vida de la premio Nobel de Literatura polaca —aunque sí varios de sus poemas, aparecidos en diferentes revistas o antologías—, nació como regalo en 1970 de su exmarido, el poeta Adam Włodek, con el que siempre mantuvo amistad.
La obra, publicada en 2014 en Polonia, recoge poemas escritos entre 1944 y 1948 que ofrecen una imagen de la poeta polaca muy diferente de la que tiene el lector español, si bien ya se entrevén aquí y allá algunos de los grandes rasgos de la autora. Una obra fruto de una época, y fundamental para entender la evolución de una poeta imprescindible.
Canción negra
«Algo único que había en ella era la mezcla de sentido de la tragedia y sentido del humor: sabía mirar la brutalidad del poder y también su ridículo, que tantas veces lo hace todavía más peligroso».
Antonio Muñoz Molina
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