Para celebrar este singular y difícil Día del Libro sin librerías, a la espera de poder hacerlo con normalidad más adelante, desde Nórdica Libros decidimos lanzar un homenaje librero el pasado 23 de abril en forma de concurso literario con las librerías como tema principal.
La respuesta por parte de los lectores y lectoras ha sido esperanzadora, y durante el plazo de recepción de los textos recibimos con ilusión 487 relatos, de los que hicimos una preselección 20. El pasado sábado 30 de mayo de 2020 se reunió telemáticamente el jurado librero, compuesto por: Lola Larumbe (Librería Rafael Alberti), Raquel Aufinger (Librería Alibri), Maite Aragón (Librería Caótica), Cristina Sanmamed (Librería La Puerta de Tannhauser) y Estrella García (Librería Oletvm).
Se eligió como relato ganador «INSTRUCCIONES PARA SALVAR EL MUNDO» de Ana Soto. Y los finalistas han sido los relatos (sin título) de Susana Requena, «CHÈRE REINE» de Anna Gomà y «LOS LIBROS BORROSOS» de Alejandro Cuevas.
Compartimos el relato ganador y los finalistas y entramos ya en la siguiente etapa del concurso: Max está trabajando con la ilustración del relato, que se convertirá en la bolsa literaria que pronto llegará a las librerías y que te acompañará este verano cuando decidas llevarte tu nueva lectura de Nórdica. Además de la bolsa, el ganador recibirá 10 títulos de Nórdica Libros, con una selección de nuestras diversas colecciones. Los finalistas recibirán la nueva bolsa y una taza de Nórdica Libros.
Desde todo el equipo de la editorial, queremos agradecer enormemente a todos y todas las participantes su creatividad y apoyo, así como a los medios que colaboraron en la difusión de la iniciativa. Nuestro agradecimiento también es para el jurado, su criterio ha sido fundamental para celebrar, a pesar de todo, este concurso para el Día del Libro. El hecho de poder regresar a las librerías ya ha sido una enorme noticia que celebrar, y confiamos en que pronto podamos retomar los eventos literarios que nos dan la vida.
Relato ganador:
«INSTRUCCIONES PARA SALVAR EL MUNDO» de Ana Soto
1. Salga de su casa y vaya a su librería de confianza
—no necesariamente la más grande, no necesariamente la más cercana—
2. Pregunte a su librero
3. Déjese aconsejar como si se tratara de su madre o de su mejor amigo
4. Compre ese libro
5. Transpórtelo en las manos o en su bolsa
—como si llevara el mapa para encontrar el tesoro del Capitán Flint—
6. Diríjase de vuelta a su hogar o si prefiere a una cafetería con buena luz y mejor café
7. Saque el libro de la bolsa y póngalo a una distancia apropiada de sus ojos
—no demasiado cerca, no demasiado lejos—
8. Vierta el contenido del libro en su cabeza
9. Déjelo reposar
10. —Enhorabuena—
lo ha conseguido
Relatos finalistas:
(sin título) de Susana Requena
Me negaba a aceptar que esta historia llegaba a su fin. No quería que terminase y me aferraba a aquella última página como si me fuese la vida en ello. Creía que si me arropaba con el papel mi calor derretiría la tinta dando lugar a nuevos renglones, pero me equivocaba. Me quedé allí tanto tiempo suspendida que vi cómo cada estación daba un tono mas amarillo al papel y cómo iban naciendo los ácaros que me querían devorar. Pero aquello no me servía de nada…, tenía que resignarme y aceptar que no podía eliminar el punto final y que quedarme allí solo me dejaba la vista a una solapa vacía. No por ello había sido en vano mi aventura, había aprendido y disfrutado con ella, pero ya había cumplido su ciclo.
Cuando tuve el valor de levantar la cabeza, observé ante mí una inmensa librería.
«CHÈRE REINE» de Anna Gomà
No soy librera. Nunca quise serlo. Regento un restaurante al Norte de Cambrige Circus, o al menos eso pretendía. Lo llamé Chère reine y servía Fish & Chips. Pero un día empezaron a llegar, uno por semana, cincuenta y dos cada año. El cartero trajo el primero, era un libro cuyo título coincidía con la dirección exacta de mi restaurante. Había una nota manuscrita:” Querida Helene, estoy seguro de que este episodio será de su agrado …” y proseguía relatando el sepelio de la esposa de Eduardo I y la ruta de las Cruces de Leonor. Estaba firmada por Frank. Me llamo Cecilia y no conozco a Frank. La coincidencia del título me hizo dejar el libro sobre el mostrador expuesto a mis clientes. La mayoría lo hojeaba, otros leían fragmentos, muchos lo acabaron. Llegaron uno tras otro: Mendel, Rue de l’Odeón, American Smoke, todos con anotaciones de Frank. Utilicé cajas de cerveza como estantes. Los clientes empezaron a traerme sus libros o bien los olvidaban, otros aparecían sin más bajo los asientos o tras las aceiteras. Pronto los libros treparon por las paredes ordenados en sus cajas de cerveza. Mis clientes ahora buscan un título o piden recomendación.
Les digo que no soy librera, pero ellos se empeñan en venir.
«LOS LIBROS BORROSOS» de Alejandro Cuevas
La librería de Laura, como casi todas las del mundo, tiene los libros clasificados por géneros literarios y por orden alfabético. También separa los autores nacionales de los internacionales, y las novedades de los títulos de fondo. Pero esos criterios taxonómicos sirven de poco cuando uno de tus clientes habituales entra por la puerta, se planta delante del mostrador y, tras darte los buenos días, te dice:
—Oye, Laura, ¿tienes esa novela en la que llueve mucho, escrita por una autora húngara o rumana o algo así?
Y Laura se queda pensativa unos segundos y luego se dirige hacia una de las estanterías. Se pone de puntillas para inspeccionar la balda superior, se agacha para revisar la balda de abajo, hasta que finalmente levanta, triunfal, un ejemplar.
La novela en la que llueve bastante tenía a su derecha ese otro libro en cuya portada hay una bandada de gaviotas, y a su izquierda la historia ideal para regalar a un amigo al que has decepcionado.
Laura es capaz de entender miles de idiomas, uno por cada cliente. Su cabeza alberga un catálogo milagroso que lleva más de treinta años conectando los libros con las personas que los buscan confusa, borrosa e incluso inconscientemente.