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Cómo entrar en ‘El castillo’ de Franz Kafka

Compartimos la potente introducción que encontramos en la primera página de la edición de El castillo de Franz Kafka a cargo del Mairowitz e ilustrada magistralmente por Jaromír 99. Se encuentra en la colección de Nórdica NørdicaCómic

«El castillo es otra de las muchas grandes obras inacabadas de Kafka. Siempre hay dos opciones teóricas: o bien la narración sigue el laberinto kafkiano infinito, donde cada línea argumental engendra un sinfín de ramificaciones, cada pregunta da a su vez pie a una respuesta, una contrarrespuesta y luego otra pregunta, o bien… se interrumpe sin más. No ‘termina’, sino que se desploma de puro agotamiento, como sucede a media frase en la novela que nos ocupa.»

«Con frecuencia se interpreta El castillo como la descripción de una burocracia ciega y totalitaria que domina con mano de hierro el pueblo nevado en el que se centra la historia. Sin embargo, como sucede con la mayor parte de la crítica de Kafka, ese aspecto es en gran medida irrelevante. Lo que cuenta es la inaccesibilidad del castillo y el servilismo que engendra su misterio. No puede haber ocupación mejor en la vida que servir al castillo, como hace (o eso cree) el mensajero Barnabas, y no puede haber emoción más intensa que la resultante de entregar una carta incoherente e inútil de la autoridad del castillo a la figura central de la novela, K., el ‘agrimensor’ (que en realidad no es tal, aunque tampoco lo necesita el pueblo). Así, cuando un «señor», secundario del castillo insulta con una oferta vulgar a Amalia, hermana de Barnabas, la familia al completo (cuya vida ha quedado malograda) se arrastra ante la autoridad para «pedir perdón» por el rechazo de la muchacha a la obscena propuesta.»

Nórdica Libros :: Blog

«En el centro se encuentra el solitario K., que ha llegado de ninguna parte tan sólo con un bastón. K. es «Kafka» en la misma medida en que lo era anteriormente el Joseph K. de El proceso. A diferencia de éste, K. sin más no arremete contra una autoridad insondable, sino que más bien hace todo lo posible para integrarse en el pueblo, para servir, con la vana esperanza de que un día lo dejen entrar en el castillo. En esa carrera inútil conoce a la enigmática Frieda, inspirada en la checa Milena Jesenská, una de las figuras femeninas más destacadas de la vida del autor. Sin embargo, no logra conocer a Klamm, un señor del castillo (que en realidad podría no serlo y cuya identidad física llega a ponerse en duda) a quien todos los subordinados veneran y a cuya llamada acuden de inmediato todas las mujeres del pueblo.»

El castillo Franz Kafka

«Prácticamente todos los aspectos de El castillo tienen su contrapartida. En el fondo, nada es lo que parece, ni como cuentan que es. Y, en el fondo, nada está al alcance de K., que se ve sentenciado a deambular por el pueblo nevado, sorteando toda una serie de tentaciones eróticas que, aunque en su mayoría no se consuman, sí lo dejan vacío y aplacado, infinitamente más viejo que al principio del libro, pese a que en realidad no ha transcurrido ni siquiera una semana.»

David Zane Mairowitz

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