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Nace un arquetipo de la literatura rusa: Diario de un hombre superfluo, de Iván Turguénev

El hombre superfluo: apariciones estelares y primer avistamiento.

Hay un hombre en la literatura. Aparece cada tanto. Es un hombre inteligente, sensible, idealista aunque un poco nihilista. Es un hombre prescindible, indigno de ser recordado. Es un hombre superfluo.

A lo largo del siglo XIX, el hombre superfluo ha tenido diversos nombres en la literatura rusa. Fue Eugenio Oneguin para Pushkin y recibió el nombre de Oblómov para GoncharóvEn Guerra y Paz aparece como Pierre Bezújov y para Dostoievski fue Myshkin, el príncipe en El Idiota.

Y sin embargo, este arquetipo de la literatura rusa del XIX recibe su nombre de Diario de un hombre superfluola novela de Iván Turguénev publicada en 1850.

Diario de un hombre superfluo - Nórdica Libros
Diario de un hombre superfluo. Iván Turguénev :: Ilustrado por Juan Berrio

 

El interés en una vida normal: la hazaña de Turguénev.

A diferencia de otros diarios, que cubren largos años en la vida de sus autores o autoras, el Diario de un hombre superfluo narra solamente los últimos días de la vida de quien lo escribe, el pobre Chulkaturin. Al saber que su muerte está cerca, decide iniciar el diario para despedirse del mundo, pero nada más empezar a escribir se da cuenta de que no hay demasiado para contar: una infancia normal, ausencia de grandes logros o amores…

No es fácil crear personajes de éxitos memorables, de vidas agitadas e impredecibles, de amores tormentosos, trágicos, inolvidables. Pero no es menos difícil conseguir una pequeña obra maestra de las letras rusas con alguien que es normal, corriente, desmerecedor de una biografía. Y sin embargo Turguénev lo consigue: y nace para siempre el inolvidable Chukaltrin.

Ivan Turguenev - Nórdica Libros
Iván Turguénev

Es un placer publicar Diario de un hombre superfluo en nuestra Colección Ilustradoscon los maravillosos dibujos de Juan BerrioOs dejamos con el fragmento inicial del diario, ¡y con una invitación muy grande a leerlo!

Aldea de Ovechi Vody, 20 de marzo de 18…

El médico acaba de irse. ‘Al fin lo he conseguido! Por más astucias que haya intentado, al final no le ha quedado más que expresar su opinión. Sí, moriré pronto, muy pronto. Los ríos se deshelarán y, a toda luz, la corriente me llevará junto con las últimas nieves… ¿a dónde? ¡Dios sabrá! También al mar. En fin, ¡qué se le va a hacer! Ya que hay que morir, que sea en primavera. Aunque puede que sea ridículo empezar un diario dos semanas antes de morir, ¿no?…

 

 

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